lunes, septiembre 29, 2008

Teléfono

En qué íbamos? Ah si, le rompí la nariz al maricón. Con un solo puñetazo lo dejé tirado en el piso, arrastrándose como el maldito gusano que es. Y se lo merecía completamente. Por maricón. Por cobarde. Por estar haciendo cosas a mis espaldas creyendo que yo era un pendejo. Un huevón. Pues para que vaya aprendiendo que yo no soy ningún huevón. Que el que tiene cojones soy yo, que el vivo del cuento terminé siendo yo, y el que se creía tan vivo. Tan sabio el hijueputa. Tan sabio el cagón que porque sabe manejar un celular o un computador se cree mejor que yo. Porque estudió en colegio bilingüe y sabe hablar y escribir inglés perfectamente entonces él es el vivo. Pues no hijueputa, no. A las manos no gana el más sabio. Gana el más macho. Y el mas fuerte. Y como el cacorrito cree que yendo al gimnasio con la mitad de la farándula criolla es fuerte, entonces se me alzó. Pero el más fuerte no es el más bonito. El más fuerte soy yo. Y por eso lo volví mierda. Porque mientras siga viviendo debajo de este techo y entre estas cuatro paredes, tiene que hacer lo que yo diga.

miércoles, septiembre 17, 2008

El Bus (1)


Lilia lo oyó de su padre. Ya las mulas llevaban cuatro días de viaje y tan sólo les faltaban otros tres para llegar a San Antonio con la primera parte. El alcalde había decidido subir un poco más algunos "impuestos" para poder llevar a cabo la hazaña y que su nombre se recordara por siempre en el pueblo, como el hombre que llevó el primer bus a San Antonio.

San Antonio quedaba a 63 kilometros de Ibagué, la capital del Tolima, de donde venían las mulas. Para llegar a San Antonio, el viajero debía apearse a un caballo y andar a través de pequeños pasajes en el medio de la selva durante unos tres días. Pero esta vez, las mulas se demorarían una semana por viaje, ya que transportaban partes de un bus a cuestas.

San Antonio no puede ser ajeno al mundo tecnológico y a los avances de la ciencia. Este bus nos traerá seguramente muchas cosas buenas. El transporte animal quedará en nuestro recuerdo y las cosas serán mucho mejores. Lilia oía a mucha gente de San Antonio hablar sobre el bus, y sobre el gran día en que los ingenieros vendrían a San Antonio, reunirían todas las partes de la máquina y durante varios días se encerrarían con los pedazos de metal para después entregarle al pueblo un bus de pasajeros con capacidad para treinta y dos personas, sin contar el puesto del chofer, que sería Ernulfo Pedraza, el hijo de Santiago Pedraza Perdomo, el maestro de la escuela. Ernulfo estaba siendo capacitado para que, de ser necesario, pudiera desarmar y armar de nuevo el bus en la ausencia de los ingenieros, ponerle el combustible, cambiar las llantas (llevarían doce llantas de repuesto desde la capital y se guardarían en la estación de policia), aprender a manejar, dar reversa, abrir y cerrar las puertas, encender las luces, apagar las luces, pitar, saludar y despedir a cada uno de los pasajeros, parquear el bus en la estación de policía, entre otros. Ernulfo recién había cumplido los dieciocho años y ya era una gran persona importante en San Antonio. Era el director y único funcionario de la secretaría de Transporte del pueblo. Santiago, su padre, no podía sentirse más orgulloso de su hijo.

Lilia no dejaba de preguntarse qué forma tendría un bus. Nunca había visto uno y tampoco había visto ningun dibujo de alguno. Sería redondo? Sería rojo? o verde? Ojalá fuera verde, pensaba, porque ese era el color que más le gustaba a ella. Cada domingo, después de misa de ocho, se quedaba en la plaza, sentada al lado de la estatua de Simon Bolivar para esperar a que llegaran las mulas con otro pedazo del bus, sólo para darse una idea de cómo era. Pero los pedazos eran tan extraños, que la confundían más. A veces eran redondos y pequeños, a veces eran tubos largos y delgados, con nombres raros que le causaban gracia, y se preguntaba cómo la gente iba a andar encima de esas cosas tan feas y duras.

Humor


Denle el sentido que quieran, pero está buena.
El señor Alberto Montt es el autor de la viñeta.
Mas info: http://dosisdiarias.com

jueves, agosto 07, 2008

Recuerdo pasajero

Hoy oí de nuevo Thank you, después de muchos meses, y me reí solo y me acordé del enorme monstruo que estuvo a punto de devorarnos una vez en la sala de ese apartamento. Nos habíamos sentado puntualmente a crear la versión pornográfica de la canción de shakira, la de antología. La versión mas guarra de una canción que había visto en mi vida. Si, es verdad, nos divertíamos muy barato, pero la pasábamos genial. Ya habíamos compuesto creo que toda la canción o estábamos a punto de terminarla, verso por verso, que rimara que no quedara tan bonita y limpia. Algo bien porno, sucio, bajo. Ese era el objetivo. De repente, los dos callados mirábamos el papel, buscando alguna palabra que rimara con oral, cuando un bichito diminuto se paró en el papel. Mas pequeño que una mariquita, casi tan pequeño como una pulga voló tranquilamente y se detuvo en el papel. No me acuerdo de su color. Todo fue tan repentino. Leo gritó y saltó del sofá y yo me asusté y boté el papel al piso y grité también, tipo flanders con sus cortinas moradas. Los dos salimos corriendo como si nos persiguiera el mismisimo Lucifer y nos encerramos en el cuarto principal y cuando nos vimos ahí encerrados en un cuarto y palidos por un insecto que pudimos haber matado con nuestro dedo meñique soltamos carcajadas. Reimos por muchisimo tiempo sin parar, nos pusimos rojos de la risa, lloramos y sudamos de la risa y después, con mucha cautela, Leo salió del cuarto, agarró el papel y lo guardó en su billetera.

martes, abril 15, 2008


Dormí en la orilla de la cama, como las anteriores noches. No me movía mucho para no incomodarte. La luz de la laptop debajo de mi cama me molestaba un poco pero no me paré a apagarla, para no despertarte. Esta mañana me desperté muy temprano pero traté de seguir durmiendo, aunque sé que te gusta levantarte temprano, quería estar otro rato contigo en la cama. Me dio frío, qué feo el frío de otoño, tenía poca frazada y halé un poco para mi, después me volteé para tomar tu mano y seguir durmiendo pero no estabas. Abrí los ojos y no estabas. Ah, verdad. Ayer te fuiste a Chile. Miré la mesita y estaban tus mentitas. Esas que tomabas antes de darme un beso en la mañana y yo metía mi cabeza bajo la almohada para no desmayarte con mi aliento matutino y tu te reías. En el baño aun está tu jabón antialérgico criogénico o como se llame. Lo boté. Tus cigarrillos mentolados, los que compraste en Puerto Madero, seguro me los fumaré cuando se acaben mis Marlboro. Ya debes ir mas allá de Mendoza, con el sombrero que te compraste en la feria, durmiendo, seguro, porque llevabas como veinte pastillas para dormir. Y yo estoy en San Telmo.

domingo, febrero 17, 2008

Pasado oloroso

Cítrico, dulce y agrio. Un olor que sólo puedo describir con la lengua. Olores que me transportan a un pasado nostálgico y lejano. El olor del limón y el café, del jabón de mi mamá y el olor de mi cocina. El olor no me podría transmitir mas que recuerdos. Un pequeño cofre de recuerdos nasales, que sin mi pasado serían simples olores, pero con algo de vida transcurrida, se vuelven sentimientos, experiencias, lugares, colores y personas. Un olor no debería ser un olor nunca. No tendría la gracia.

Visión con ojos cerrados

Un paisaje al frente mio, verde y azul. Calmo, natural. Cuatro cuartos conformando un todo. Un cuarto seguirá siendo verde y azul, para no olvidar lo que fue. Otro cuarto con sonrisas de café y pensamientos ahumados por el cigarrillo, impregnados del olor molesto de un cenicero ocre.
El tercero con el frío y húmedo smog de la ciudad gris, lleno de signos de exclamación en cada esquina, donde la letra cursiva e itálica sólo es recordada en libros y todos hablamos en ARIAL BLACK MAYÚSCULA. Blanco y Negro.
El último, el que aún no acaba, el que aún etá borroso, el que aún sigo construyendo. Donde todos los colores aún conviven, los olores aún no son recuerdos y los sonidos se fusionan.